miércoles, 16 de enero de 2013

La lírica cancioneril del s. XV

Se llama lírica cancioneril al conjunto de composiciones escritas preferiblemente en el s. XV (también antes) y que se reunieron en antologías elaboradas por coleccionista llamados cancioneros.

El marqués de Santillana

El marqués de Santillana fue uno de los nobles más poderosos de la primera mitad del siglo. Hombre de letras, reunió en su palacio de Guadalajara la mejor biblioteca de su tiempo. Su interés por la cultura le llevó a estar al tanto de las novedades literarias, haciendo traducir obras latinas e italianas al castellano.
El marqués de Santillana fue autor de varios poemas alegóricos de temática amorosa. Entre sus obras destacan la Comedieta de Ponza, poema de contenido poético y moral, y Bías contra Fortuna, una reflexión estoica sobre la vida. Son muy conocidas también sus serranillas, de inspiración popular.
-Serranillas: tienen como tema central el encuentro de un caballero con una pastora en medio de la montaña, tras el cual se produce un cortejo, que la pastora puede o aceptar o rechazar o incluso, quedar en suspenso...

Serranilla VI

Moça tan fermosa
non ví en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.

Faziendo la vía
del Calatraveño
a Santa María,
vençido del sueño,
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do ví la vaquera
de la Finojosa.

En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la ví tan graciosa,
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.

Non creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
nin de tal manera;
fablando sin glosa,
si antes supiera
de aquella vaquera
de la Finojosa.

Non tanto mirara
su mucha beldad,
porque me dexara
en mi libertad.

Mas dixe: "Donosa
(por saber quién era),
¿aquella vaquera
de la Finojosa?..."

Bien como riendo,
dixo: "Bien vengades,
que ya bien entiendo
lo que demandades:
non es desseosa
de amar, nin lo espera,
aquessa vaquera
de la Finojosa.

- Sonetos fechos al italico modo. El autor conoció la poesía italianizante y no dudó en probar las nuevas formas poéticas, volcándolas al castellano, creando así los primeros ejemplos de sonetos en nuestro idioma.

 Lejos de vos


  Lejos de vos y cerca de cuidado,
pobre de gozo y rico de tristeza,
fallido de reposo y abastado
de mortal pena, congoja y braveza,

  desnudo de esperanza y abrigado                 5
de inmensa cuita y visto de aspereza,
la mi vida me fuye, mal mi grado,
la muerte me persigue sin pereza.

  Ni son bastantes a satisfacer
la sed ardiente de mi gran deseo                  10
Tajo al presente, ni me socorrer

  la enferma Guadïana, ni lo creo.
Sólo Guadalquivir tene poder
de me guarir y sólo aquél deseo.


Juan de Mena

Juan de Mena (1411-1456) fue considerado por sus contemporáneos y sucesores como el mejor poeta de su época. Letrado al servicio de Juan II de Castilla, cultivó la poesía amatoria y la alegoría moral. Su estilo se caracteriza por la abundante erudición y por el recargado lenguaje latinizante.
El Laberinto de Fortuna, también llamado Las trescientas, es su obra más ambiciosa. La obra está escrita en coplas de arte mayor, compuestas por estrofas de cuatro versos de doce sílabas, que tienen una fuerte cesura, rima consonante y siguen un rígido esquema acentual.

Jorge Manrique

Jorge Manrique (1440-1479) es autor de varias composiciones de asunto amoroso que siguen con fidelidad los patrones del género cancioneril. Su poema más conocido, sin embargo, son las Coplas escritas a la muerte de su padre.


La lírica tradicional del s. XV

La lírica tradicional es aquella que se transmite de forma oral entre el pueblo desde tiempos inmemoriales. Surgían a partir de situaciones y momentos cotidianos -el trabajo, la fiesta, el amor- entre la población de las villas y los pueblos.
Las primeras manifestaciones que conservamos son las jarchas, las cantigas de amigo y los villancicos, de los que ya hemos hablado.
Los temas más empleados son los siguientes:
- Canciones de tema amoroso: la mujer que se queja a su confidente, la belleza femenina, la niña enamorada, el amado ausente, el amor feliz... son algunas de sus variantes. También es un tema común la mujer casada contra su voluntad, la "malmaridada".
Si tú, amor, no me consuelas
viendo que me muero por ti,
¿Quién habrá dolor de mí?

Monjica en religión
me quiero entrar
para no malmaridar.

Me casó mi madre chiquita y bonita
con un muchachito que yo no quería.
A la media noche el pícaro salía
con capa terciada y espada ceñida.
Le seguí sus pasos por ver dónde iba 5
Y lo vi entrar casa su querida.
Me puse a escuchar por ver qué decía
y lo oí decir: -Cielo y alma mía,
para ti te compro flores y mantillas,
para mi mujer palo en las costillas. 10
Me vine pa casa por ver si venía;
me puse a planchar, planchar no podía;
me puse a fregar, fregar no podía;
me puse a barrer, barrer no podía;
me asomé al balcón por ver si venía; 15
lo veí subir por la calle arriba,
venía diciendo: -Ábreme, María,
que vengo cansado de buscar la vida.
Tú vienes cansado casa tu querida.
-¡Mujer del diablo, quién te lo diría! 20
-¡Hombre los diablos, yo que lo sabía!

- Plantos o endechas: canciones fúnebres.
¡Llorad las damas si Dios os valga!
Guillén peraza queó e la Palma
la flor marchita de su cara.

No eres palama, eres retama,
eres criprés de trsite rama,
eres desdciha, desdicha mala.

- Mayas: canciones dedicadas al mes de mayo, cuando florecen la primavera y el amor.
Entra mayo y sale abril,
tan garridico le vi venir.
Entra mayo con sus flores,
sale abril con sus amores,
y los dulces amadores
comienzan a bien servir.

- Albas: El amanecer es el momento en que se despiden los amantes para no ser descubiertos. También suele ser una hora de encuentro.
Ya cantan los allos,
buen amor, y vete,
cata que amanece.

- Canciones de trabajo y fiesta: composiciones para sobrellevar las tareas de cada día. Son frecuentes los tonos burlescos:
 Tres morillas me enamoran
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.

  Tres morillas tan garridas
iban a coger olivas,
y hallábanlas cogidas
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.

  Y hallábanlas cogidas,
y tornaban desmaídas                     10
y las colores perdidas
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.

  Tres moricas tan lozanas,
tres moricas tan lozanas,                15
iban a coger manzanas
a Jaén,
Axa y Fátima y Marién.

lunes, 22 de octubre de 2012

Literatura comparada e intertextualidad

Como hemos visto en clase, la Intertextualidad es el análisis de las relaciones entre textos, es decir de las influencias que ha ejercido un texto base (hipotexto) sobre otros (hipertextos). La literatura comparada, además, estudia las relaciones de la literatura con otras artes, como el cine, la pintura, la escultura, etc.
Como ejemplos hemos visto el uso del tópico de la vida como camino en Jorge Manrique (hipotexto) y en Antonio Machado (hipertexto):

Y sobre todo, el distinto tratamiento del mito de Apolo y Dafne, desde Ovidio (hipotexto) a Quevedo, pasando por Garcilaso y Bernini (hipertextos):



Ovidio, Metamorfosis

El primer amor de Febo fue Dafne, la hija del Peneo, hecho que no fue infundido por un pequeño azar, sino por la cruel ira de Cupido.(…) El hijo de Venus le contestó: “Tu arco lo traspasa todo, Febo, pero el mío te traspasará a ti; cuanto más vayan cediendo ante ti todos los animales, tanto más superará mi gloria a la tuya”. Y hendiendo el aire con el batir de sus alas y sin pérdida de tiempo, se posó sobre la cima umbrosa del Parnaso; saca dos flechas de su carcaj repleto, que tiene diversos fines: una ahuyenta el amor, y otra hace que nazca. La que hace brotar el amor es de oro y está provista de una punta aguda y brillante; la que lo ahuyenta es obtusa y tiene plomo bajo la caña. Con esta hiere el dios a la ninfa, hija del Peneo; con la primera atraviesa los huesos de Apolo hasta la médula. El uno ama enseguida; la otra rehuye incluso el nombre del amante. (…)
¡Oh, ninfa, hija de Peneo, detente, te lo suplico!, no te persigo como enemigo; ¡ninfa, párate! El corderillo huye así del lobo, el cervatillo del león, las palomas con sus trémulas alas huyen del águila y cada uno de sus enemigos; yo te persigo a causa de mi amor hacia ti. ¡Hay desdichado de mí!” (…)
La hija del Peneo, con tímida carrera, huyó de él cuando estaba a punto de decir más cosas y le dejó con sus palabras inacabadas, siempre bella a sus ojos; los vientos desvelaban sus carnes, sus soplos, llegando sobre ella en sentido contrario, agitaba sus vestidos y la ligera brisa echaba hacia atrás sus cabellos levantados; su huída realzaba más su belleza. Pero el joven dios no puede soportar perder ya más tiempo con dulces palabras y, como el mismo amor le incitaba, sigue sus pasos con redoblada rapidez
Sin embargo, el que persigue, ayudado por las alas del Amor, es más veloz y no necesita descanso; ya se inclina sobre la espalda de la fugitiva y lanza su aliento sobre la cabellera esparcida sobre la nuca. Ella, perdidas las fuerzas, palidece y, vencida por la fatiga de tan vertiginosa fuga, contemplando las aguas del Peneo, dijo: “Auxíliame, padre mío, si los ríos tenéis poder divino; transfórmame y haz que yo pierda la figura por la que he agradado excesivamente”.
          Apenas terminada la súplica, una pesada torpeza se apodera de sus miembros, sus delicados senos se ciñen con una tierna corteza, sus cabellos se alargan y se transforman en follaje y sus brazos en ramas; los pies, antes tan rápidos, se adhieren al suelo con raíces hondas y su rostro es rematado por la copa; solamente permanece en ella el brillo. Febo también así la ama y apoyada su diestra en el tronco, todavía siente que su corazón palpita bajo la corteza nueva y, estrechando con sus manos las ramas que reemplazan a sus miembros, da besos a la madera; sin embargo, la madera rehúsa sus besos. Y el dios le dijo: “Ya que no puedes ser mi esposa, serás en verdad mi árbol; siempre mi cabellera, mis cítaras y mi carcaj se adornarán contigo. ¡Oh, laurel!, tú acompañarás a los capitanes del Lacio cuando los alegres cantos celebren el triunfo y el Capitolio vea los largos cortejos.


Bernini, Apolo y Dafne (1622-1625)
Garcilaso de la Vega (1501-1536)
Soneto XIII

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;

de áspera corteza se cubrían 5
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía 10
este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!


Égloga III
Dinámene no menos artificio
mostraba en la labor que había tejido,
pintando a Apolo en el robusto oficio
de la silvestre caza embebecido.
Mudar luego le hace el ejercicio
la vengativa mano de Cupido.
que hizo a Apolo consumirse en lloro
después que le enclavó con punta de oro.

Dafne con el cabello suelto al viento,
sin perdonar al blanco pie corria
por áspero camino, tan sin tiento
que Apolo en la pintura parecía que,
porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la segura.
El va siguiendo, y ella huye
como quien siente al pecho el odioso plomo.

Mas a la fin los brazos le crecían,
y en sendos ramos vueltos se mostraban.
Y los cabellos. que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban;
llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.

Francisco de Quevedo (1580-1645)

A Apolo siguiendo a Dafne
Bermejazo platero de las cumbres,
a cuya luz se espulga la canalla:
la ninfa Dafne, que se afufa y calla,
si la quieres gozar, paga y no alumbres.
Si quieres ahorrar de pesadumbres,
ojo del cielo, trata de compralla:
en confites gastó Marte la malla,
y la espada en pasteles y en azumbres.
Volvióse en bolsa Júpiter severo;
levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero.
Astucia fue de alguna dueña estrella,
que de estrella sin dueña no lo infiero:
Febo, pues eres sol, sírvete de ella.


A Dafne, huyendo de Apolo
"Tras vos, un alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?
Vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del Sol y de la luz huyendo.
Él os quiere gozar, a lo que entiendo,
si os coge en esta selva tosca y ruda:
su aljaba suena, está su bolsa muda;
el perro, pues no ladra, está muriendo.
Buhonero de signos y planetas,
viene haciendo ademanes y figuras,
cargado de bochornos y cometas."
Esto la dije; y en cortezas duras
de laurel se ingirió contra sus tretas,
y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.






jueves, 22 de marzo de 2012

Sor Juana Inés de la Cruz

A muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la corte de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y 25° virrey novohispano. En 1667 ingresó a la vida religiosa a fin de consagrarse por completo a la literatura. Sus más importantes mecenas fueron los marqueses de la Laguna, virreyes de la Nueva España, quienes publicaron sus obras en la España peninsular. Murió a causa de una epidemia el 17 de abril de 1695.
Compuso gran variedad de obras teatrales. Su comedia más célebre es Los empeños de una casa, que en algunas de sus escenas recuerda a la obra de Lope de Vega. Otra de sus conocidas obras teatrales es Amor es más laberinto, donde fue estimada por su creación de caracteres, como Teseo, el héroe principal. Sus tres autos sacramentales revelan el lado teológico de su obra: El mártir del sacramento —donde mitifica a San Hermenegildo—, El cetro de José y El divino Narciso, escritas para ser representadas en la corte de Madrid.
También destaca su lírica, que aproximadamente suma la mitad de su producción; poemas amorosos en la que la decepción es un recurso muy socorrido, poemas de vestíbulo y composiciones ocasionales en honor a personajes de la época. Otras obras destacadas de Sor Juana son sus villancicos y el tocotín, especie de derivación de ese género que intercala pasajes en dialectos nativos. Sor Juana también escribió un tratado de música llamado El caracol, que no ha sido hallado, sin embargo ella lo consideraba una mala obra y puede ser que debido a ello no hubiese permitido su difusión.
Según ella, casi todo lo que había escrito lo hacía por encargo y la única cosa que redactó por gusto propio fue Primero sueño. Sor Juana realizó —por encargo de la condesa de Paredes— unos poemas que probaban el ingenio de sus lectores —conocidos como «enigmas»—, para un grupo de monjas portuguesas aficionadas a la lectura y grandes admiradoras de su obra, que intercambiaban cartas y formaban una sociedad a la que dieron el nombre de Casa del placer. Las copias manuscritas que hicieron estas monjas de la obra de Sor Juana fueron descubiertas en 1968 por Enrique Martínez López en la Biblioteca de LisboaEl estilo predominante de sus obras es el barroco; Sor Juana era muy dada a hacer retruécanos, a verbalizar sustantivos y a sustantivar verbos, a acumular tres adjetivos sobre un mismo sustantivo y repartirlos por toda la oración, y otras libertades gramáticas que estaban de moda en su tiempo. Asimismo es una maestra en el arte del soneto y en el concepto barroco.
La lírica de Sor Juana, testigo del final del barroco hispano, tiene al alcance todos los recursos que los grandes poetas del Siglo de Oro emplearon en sus composiciones. A fin de darle un aire de renovación a su poesía, introduce algunas innovaciones técnicas y le imprime su muy particular sello. La poesía sorjuanesca tiene tres grandes pilares: la versificación, alusiones mitológicas y el hipérbaton.

Su obra lírica más imortante es Primero Sueño.

Las soledades de Góngora

Aquí os presento el comienzo de las Soledades, la gran obra que Góngora dejó inconclusa, cumbre del culteranismo. Vamos a intentar descrifrarla, buscando las referenciasde que está llena.

SOLEDAD PRIMERA
      (Parte I)
Era del año la estación florida
En que el mentido robador de Europa
—Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todo los rayos de su pelo—,
Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
—Náufrago y desdeñado, sobre ausente—,
Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento.
Del siempre en la montaña opuesto pino
Al enemigo Noto
Piadoso miembro roto
—Breve tabla— delfín no fue pequeño
Al inconsiderado peregrino
Que a una Libia de ondas su camino
Fió, y su vida a un leño.
Del Océano, pues, antes sorbido,
Y luego vomitado
No lejos de un escollo coronado
De secos juncos, de calientes plumas
—Alga todo y espumas—
Halló hospitalidad donde halló nido
De Júplter el ave.
Besa la arena, y de la rota nave
Aquella parte poca
Que le expuso en la playa dio a la roca;
Que aun se dejan las peñas
Lisonjear de agradecidas señas.
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Océano ha bebido
Restituir le hace a las arenas;
Y al Sol le extiende luego,
Que, lamiéndole apenas
Su dulce lengua de templado fuego,
Lento lo embiste, y con suave estilo
La menor onda chupa al menor hilo.

Lo que se narra en estas primeras estrofas se podría resumir en:
1-14 Introducción, en una compleja y sofisticada frase, en la que se presenta al peregrino luchando por su vida en el mar, tras un naufragio.
15-93 El peregrino llega a la playa, seca su ropa, trepa unos acantilados y se dirige en la noche hacia una hoguera que ve a lo lejos. Allí encuentra a unos cabreros que le ofrecen su hospitalidad.   

Rapto de Europa: Zeus se transforma en toro para raptar a la ninfa en una playa
Ganímedes era un bello joven -considerado el más bello de los mortales- que guardaba los rebaños de su padre en las montañas cercanas a Troya. Su belleza llamó la atención a Zeus que no dudó en raptarlo, convirtiéndose en águila. Fue trasladado al Olimpo donde serviría de copero, escanciando el néctar en la copa de Zeus, función en la que reemplazaría a Hebe, la diosa de la juventud
Arión fue un joven músico que, tras un naufragio (o un rapto de piratas, según las leyendas)  tocó su lira y unos delfines acudieron a rescatarlo.

martes, 13 de marzo de 2012

Las églogas de Garcilaso

Para Garcilaso, inspirado en la lírica petrarquista, el tema por excelencia de la lírica debía ser el amor. Es especialmente en las églogas donde se ve el máximo refinamiento adquirido: a través de las lágrimas de los pastores que lloran las pérdidas de sus amadas y el paisaje bucólico idealizado, lleno de epítetos.
En la égloga I Garcilaso pone en boca de dos pastores, Salicio y Nemoroso, sus quejas de amor, con el fondo de un paisaje natural idealizado, un locus amoenus que será reflejo del estado de ánimo de los personajes (alter ego ambos del poeta).
Salicio llora ("Salid, sin duelo, lágrimas corriendo") por el rechazo de su amada, Galatea, mientras que Nemoroso se lamenta por la muerte de Elisa, a la que recuerda en ese spacio natural en el que vivieron tan buenos momentos y que ya ahora, sin ella, no es tan idílico.
La métrica empleada es la estancia (combinación libre de veros endecasílabos y heptasílabos con rima consonante)

Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes al altura
el sol, cuando Salicio, recostado
al pie de un alta haya en la verdura,
por donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado,
él, con canto acordado
al rumor que sonaba,
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía;
y así, como presente,
razonando con ella, le decía:

Salicio:
  ¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,          
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.  

 
Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que s’inclinan;
las aves que m’escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen
y mi morir cantando m’adevinan;
     las fieras que reclinan
     su cuerpo fatigado
     dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste:
tú sola contra mí t’endureciste,
los ojos aun siquiera no volviendo
     a los que tú hiciste
salir, sin duelo, lágrimas corriendo.

     Aquí dio fin a su cantar Salicio,
y sospirando en el postrero acento,
soltó de llanto una profunda vena;
queriendo el monte al grave sentimiento
d’aquel dolor en algo ser propicio,
con la pesada voz retumba y suena;
     la blanda Filomena,
     casi como dolida
     y a compasión movida,
dulcemente responde al son lloroso.
Lo que cantó tras esto Nemoroso,
decildo vos, Pïérides, que tanto
     no puedo yo ni oso,
que siento enflaquecer mi débil canto.
NEMOROSO
     Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
     yo me vi tan ajeno
     del grave mal que siento
     que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
     por donde no hallaba
sino memorias llenas d’alegría;
     y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso en el reposo,
estuve ya contento y descansado.
¡ Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora,
que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
     ¡Oh miserable hado!
     ¡Oh tela delicada,
     antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
     que’s más que’l hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.
     ¿Dó están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí, como colgada,
mi alma, doquier que ellos se volvían?
¿Dó está la blanca mano delicada,
llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos l’ofrecían?
     Los cabellos que vían
     con gran desprecio al oro
     como a menor tesoro
¿adónde están, adónde el blanco pecho?
¿Dó la columna que’l dorado techo
con proporción graciosa sostenía?
Aquesto todo agora ya s’encierra,
     por desventura mía,
en la escura, desierta y dura tierra.

     Después que nos dejaste, nunca pace
en hartura el ganado ya, ni acude
el campo al labrador con mano llena;
no hay bien que’n mal no se convierta y mude.
La mala hierba al trigo ahoga, y nace
en lugar suyo la infelice avena;
     la tierra, que de buena
     gana nos producía
     flores con que solía
quitar en solo vellas mil enojos,
produce agora en cambio estos abrojos,
ya de rigor d’espinas intratable.
     Yo hago con mis ojos
crecer, lloviendo, el fruto miserable.

La égloga III, escrita en octavas reales (versos endecasílabos con rima consonante: ABABABCC) combina las características más importantes de la lírica renacentista: empleo de os metros italianos, utilización de la mitología clásica, combinacion del sentimiento del poeta con la naturaleza descrita, etc.
La composición comienza con una introducción de Garcilaso tras la cual presenta a cuatro ninfas (Filódoce, Dinámene, Climene y Nise) que tejen en el río Tajo unos tapices con algunas de las historias de amor de final trágico de la mitología clásica: Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, Venus y Adonis, demás de una historia ya conocida por todos, las de Nemoroso y Elisa, que habrían escuchado cantar.
Tras esto, aparecen dos pastores, a los que las ninfas oyen, Tirreno y Alcino, que dialogan mientras pastan su ovejas sobre sus amores felices, mientras los acompaña la descripción de un locus amoenus.

Cerca del Tajo en soledad amena
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.

Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo.
Secaba entonces el terreno aliento
el sol subido en la mitad del cielo.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.

Dinámene no menos artificio
mostraba en la labor que había tejido,
pintando a Apolo en el robusto oficio
de la silvestre caza embebecido.
Mudar luego le hace el ejercicio
la vengativa mano de Cupido.
que hizo a Apolo consumirse en lloro
después que le enclavó con punta de oro.

Dafne con el cabello suelto al viento,
sin perdonar al blanco pie corria
por áspero camino, tan sin tiento
que Apolo en la pintura parecía 

que, porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la seguía.
El va siguiendo, y ella huye
como quien siente al pecho el odioso plomo.

Mas a la fin los brazos le crecían,
y en sendos ramos vueltos se mostraban.
Y los cabellos. que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban;
llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.


TIRRENO
Flérida, para mi dulce y sabrosa
más que la fruta del cercado ajeno,
más blanca que la leche, y más hermosa
que el prado por abril de flores lleno:
si tú respondes pura y amorosa
al verdadero amor de tu Tirreno,
a mi majada arribarás primero
que el cielo nos muestre su lucero.

ALCINO
Hermosa Filis, siempre yo te sea
amargo al gusto más que la retama,
y de ti despojado yo me vea,
cual queda el tronco de su verde rama,
si más que yo el murciélago desea
la oscuridad, ni más la luz desama,
por ver ya el fin de un término tamaño
de este día; para mí mayor que un año.


Esto cantó Tirreno, y esto Alcino
le respondió; y habiendo ya acabado
el dulce son, siguieron su camino
con paso un poco más apresurado.
Siendo a las ninfas ya el rumor vecino,
juntas se arrojan por el agua a nado;
y de la blanca espuma que movieron,
las cristalinas ondas se cubrieron.

lunes, 21 de febrero de 2011

Lírica renacentista. Garcilaso de la Vega

Aquí tenéis algunos de los sonetos de Garcilaso de la vega más conocidos:

 El SONETO V es una hermosa declaración de amor nacida de  un momento de contemplación de la amada, que ha quedado para siempre grabada en su alma:


Escrito’stá en mi alma vuestro gesto
    y cuanto yo escribir de vos deseo:
    vos sola lo escribistes; yo lo leo
    tan solo que aun de vos me guardo en esto.

    En esto estoy y estaré siempre puesto,
    que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
    de tanto bien lo que no entiendo creo,
    tomando ya la fe por presupuesto.

    Yo no nací sino para quereros;
    mi alma os ha cortado a su medida;
    por hábito del alma misma os quiero;

    cuanto tengo confieso yo deberos;
    por vos nací, por vos tengo la vida,
    por vos he de morir, y por vos muero.


Para continuar con el tema de la mirada como origen del sentimiento amoroso, tan propio de los escritores italianos del prerrenacimiento, podemos leer el SONETO VII. Aqui se plasma la teoría de que a través de la mirada nace el amor, gracias a unos "espirtus vivos" que salen de los ojos de la mujer y llegan al cuerpo del poeta, encendiéndolo:

De aquella vista pura y excelente
    salen espirtus vivos y encendidos,
    y siendo por mis ojos recebidos,
    me pasan hasta donde el mal se siente;

    éntranse en el camino fácilmente
    por do los mios, de tal calor movidos,
    salen fuera de mí como perdidos,
    llamados d’aquel bien que ’stá presente.

    Ausente, en la memoria la imagino;
    mis espirtus, pensando que la vían,
    se mueven y se encienden sin medida;

    mas no hallando fácil el camino,
    que los suyos entrando derretían,
    revientan por salir do no hay salida.


Apolo y Dafne, por Gian Lorenzo Bernini (1621-1624)
Por último, para recorgar el tema de la mitología, vamos a leer el soneto XIII en el que aparece la historia de Apolo y Dafne. Búscala para poder entender el poema.

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;

  de áspera corteza se cubrían                  5
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

  Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía               10
este árbol, que con lágrimas regaba
.

  ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!