lunes, 21 de febrero de 2011

Lírica renacentista. Garcilaso de la Vega

Aquí tenéis algunos de los sonetos de Garcilaso de la vega más conocidos:

 El SONETO V es una hermosa declaración de amor nacida de  un momento de contemplación de la amada, que ha quedado para siempre grabada en su alma:


Escrito’stá en mi alma vuestro gesto
    y cuanto yo escribir de vos deseo:
    vos sola lo escribistes; yo lo leo
    tan solo que aun de vos me guardo en esto.

    En esto estoy y estaré siempre puesto,
    que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
    de tanto bien lo que no entiendo creo,
    tomando ya la fe por presupuesto.

    Yo no nací sino para quereros;
    mi alma os ha cortado a su medida;
    por hábito del alma misma os quiero;

    cuanto tengo confieso yo deberos;
    por vos nací, por vos tengo la vida,
    por vos he de morir, y por vos muero.


Para continuar con el tema de la mirada como origen del sentimiento amoroso, tan propio de los escritores italianos del prerrenacimiento, podemos leer el SONETO VII. Aqui se plasma la teoría de que a través de la mirada nace el amor, gracias a unos "espirtus vivos" que salen de los ojos de la mujer y llegan al cuerpo del poeta, encendiéndolo:

De aquella vista pura y excelente
    salen espirtus vivos y encendidos,
    y siendo por mis ojos recebidos,
    me pasan hasta donde el mal se siente;

    éntranse en el camino fácilmente
    por do los mios, de tal calor movidos,
    salen fuera de mí como perdidos,
    llamados d’aquel bien que ’stá presente.

    Ausente, en la memoria la imagino;
    mis espirtus, pensando que la vían,
    se mueven y se encienden sin medida;

    mas no hallando fácil el camino,
    que los suyos entrando derretían,
    revientan por salir do no hay salida.


Apolo y Dafne, por Gian Lorenzo Bernini (1621-1624)
Por último, para recorgar el tema de la mitología, vamos a leer el soneto XIII en el que aparece la historia de Apolo y Dafne. Búscala para poder entender el poema.

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;

  de áspera corteza se cubrían                  5
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

  Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía               10
este árbol, que con lágrimas regaba
.

  ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

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