A muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la corte de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y 25° virrey novohispano. En 1667 ingresó a la vida religiosa a fin de consagrarse por completo a la literatura. Sus más importantes mecenas fueron los marqueses de la Laguna, virreyes de la Nueva España, quienes publicaron sus obras en la España peninsular. Murió a causa de una epidemia el 17 de abril de 1695.
Compuso gran variedad de obras teatrales. Su comedia más célebre es Los empeños de una casa, que en algunas de sus escenas recuerda a la obra de Lope de Vega. Otra de sus conocidas obras teatrales es Amor es más laberinto, donde fue estimada por su creación de caracteres, como Teseo, el héroe principal. Sus tres autos sacramentales revelan el lado teológico de su obra: El mártir del sacramento —donde mitifica a San Hermenegildo—, El cetro de José y El divino Narciso, escritas para ser representadas en la corte de Madrid.
También destaca su lírica, que aproximadamente suma la mitad de su producción; poemas amorosos en la que la decepción es un recurso muy socorrido, poemas de vestíbulo y composiciones ocasionales en honor a personajes de la época. Otras obras destacadas de Sor Juana son sus villancicos y el tocotín, especie de derivación de ese género que intercala pasajes en dialectos nativos. Sor Juana también escribió un tratado de música llamado El caracol, que no ha sido hallado, sin embargo ella lo consideraba una mala obra y puede ser que debido a ello no hubiese permitido su difusión.
Según ella, casi todo lo que había escrito lo hacía por encargo y la única cosa que redactó por gusto propio fue Primero sueño. Sor Juana realizó —por encargo de la condesa de Paredes— unos poemas que probaban el ingenio de sus lectores —conocidos como «enigmas»—, para un grupo de monjas portuguesas aficionadas a la lectura y grandes admiradoras de su obra, que intercambiaban cartas y formaban una sociedad a la que dieron el nombre de Casa del placer. Las copias manuscritas que hicieron estas monjas de la obra de Sor Juana fueron descubiertas en 1968 por Enrique Martínez López en la Biblioteca de LisboaEl estilo predominante de sus obras es el barroco; Sor Juana era muy dada a hacer retruécanos, a verbalizar sustantivos y a sustantivar verbos, a acumular tres adjetivos sobre un mismo sustantivo y repartirlos por toda la oración, y otras libertades gramáticas que estaban de moda en su tiempo. Asimismo es una maestra en el arte del soneto y en el concepto barroco.
La lírica de Sor Juana, testigo del final del barroco hispano, tiene al alcance todos los recursos que los grandes poetas del Siglo de Oro emplearon en sus composiciones. A fin de darle un aire de renovación a su poesía, introduce algunas innovaciones técnicas y le imprime su muy particular sello. La poesía sorjuanesca tiene tres grandes pilares: la versificación, alusiones mitológicas y el hipérbaton.
Su obra lírica más imortante es Primero Sueño.
jueves, 22 de marzo de 2012
Las soledades de Góngora
Aquí os presento el comienzo de las Soledades, la gran obra que Góngora dejó inconclusa, cumbre del culteranismo. Vamos a intentar descrifrarla, buscando las referenciasde que está llena.
SOLEDAD PRIMERA
(Parte I)
Era del año la estación florida
En que el mentido robador de Europa
—Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todo los rayos de su pelo—,
Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
—Náufrago y desdeñado, sobre ausente—,
Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento.
Del siempre en la montaña opuesto pino
Al enemigo Noto
Piadoso miembro roto
—Breve tabla— delfín no fue pequeño
Al inconsiderado peregrino
Que a una Libia de ondas su camino
Fió, y su vida a un leño.
Del Océano, pues, antes sorbido,
Y luego vomitado
No lejos de un escollo coronado
De secos juncos, de calientes plumas
—Alga todo y espumas—
Halló hospitalidad donde halló nido
De Júplter el ave.
Besa la arena, y de la rota nave
Aquella parte poca
Que le expuso en la playa dio a la roca;
Que aun se dejan las peñas
Lisonjear de agradecidas señas.
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Océano ha bebido
Restituir le hace a las arenas;
Y al Sol le extiende luego,
Que, lamiéndole apenas
Su dulce lengua de templado fuego,
Lento lo embiste, y con suave estilo
La menor onda chupa al menor hilo.
Lo que se narra en estas primeras estrofas se podría resumir en:
Rapto de Europa: Zeus se transforma en toro para raptar a la ninfa en una playa
Ganímedes era un bello joven -considerado el más bello de los mortales- que guardaba los rebaños de su padre en las montañas cercanas a Troya. Su belleza llamó la atención a Zeus que no dudó en raptarlo, convirtiéndose en águila. Fue trasladado al Olimpo donde serviría de copero, escanciando el néctar en la copa de Zeus, función en la que reemplazaría a Hebe, la diosa de la juventud
Arión fue un joven músico que, tras un naufragio (o un rapto de piratas, según las leyendas) tocó su lira y unos delfines acudieron a rescatarlo.
SOLEDAD PRIMERA
(Parte I)

En que el mentido robador de Europa
—Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todo los rayos de su pelo—,
Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
—Náufrago y desdeñado, sobre ausente—,
Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento.
Del siempre en la montaña opuesto pino
Al enemigo Noto
Piadoso miembro roto
—Breve tabla— delfín no fue pequeño
Al inconsiderado peregrino
Que a una Libia de ondas su camino
Fió, y su vida a un leño.
Del Océano, pues, antes sorbido,
Y luego vomitado
No lejos de un escollo coronado
De secos juncos, de calientes plumas
—Alga todo y espumas—
Halló hospitalidad donde halló nido
De Júplter el ave.
Besa la arena, y de la rota nave
Aquella parte poca
Que le expuso en la playa dio a la roca;
Que aun se dejan las peñas
Lisonjear de agradecidas señas.
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Océano ha bebido
Restituir le hace a las arenas;
Y al Sol le extiende luego,
Que, lamiéndole apenas
Su dulce lengua de templado fuego,
Lento lo embiste, y con suave estilo
La menor onda chupa al menor hilo.
Lo que se narra en estas primeras estrofas se podría resumir en:
1-14 | Introducción, en una compleja y sofisticada frase, en la que se presenta al peregrino luchando por su vida en el mar, tras un naufragio. | |||
15-93 | El peregrino llega a la playa, seca su ropa, trepa unos acantilados y se dirige en la noche hacia una hoguera que ve a lo lejos. Allí encuentra a unos cabreros que le ofrecen su hospitalidad. |
Rapto de Europa: Zeus se transforma en toro para raptar a la ninfa en una playa
Ganímedes era un bello joven -considerado el más bello de los mortales- que guardaba los rebaños de su padre en las montañas cercanas a Troya. Su belleza llamó la atención a Zeus que no dudó en raptarlo, convirtiéndose en águila. Fue trasladado al Olimpo donde serviría de copero, escanciando el néctar en la copa de Zeus, función en la que reemplazaría a Hebe, la diosa de la juventud
Arión fue un joven músico que, tras un naufragio (o un rapto de piratas, según las leyendas) tocó su lira y unos delfines acudieron a rescatarlo.
martes, 13 de marzo de 2012
Las églogas de Garcilaso
Para Garcilaso, inspirado en la lírica petrarquista, el tema por excelencia de la lírica debía ser el amor. Es especialmente en las églogas donde se ve el máximo refinamiento adquirido: a través de las lágrimas de los pastores que lloran las pérdidas de sus amadas y el paisaje bucólico idealizado, lleno de epítetos.
En la égloga I Garcilaso pone en boca de dos pastores, Salicio y Nemoroso, sus quejas de amor, con el fondo de un paisaje natural idealizado, un locus amoenus que será reflejo del estado de ánimo de los personajes (alter ego ambos del poeta).
Salicio llora ("Salid, sin duelo, lágrimas corriendo") por el rechazo de su amada, Galatea, mientras que Nemoroso se lamenta por la muerte de Elisa, a la que recuerda en ese spacio natural en el que vivieron tan buenos momentos y que ya ahora, sin ella, no es tan idílico.
La métrica empleada es la estancia (combinación libre de veros endecasílabos y heptasílabos con rima consonante)
Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes al altura
el sol, cuando Salicio, recostado
al pie de un alta haya en la verdura,
por donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado,
él, con canto acordado
al rumor que sonaba,
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía;
y así, como presente,
razonando con ella, le decía:
Salicio:
¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
En la égloga I Garcilaso pone en boca de dos pastores, Salicio y Nemoroso, sus quejas de amor, con el fondo de un paisaje natural idealizado, un locus amoenus que será reflejo del estado de ánimo de los personajes (alter ego ambos del poeta).
Salicio llora ("Salid, sin duelo, lágrimas corriendo") por el rechazo de su amada, Galatea, mientras que Nemoroso se lamenta por la muerte de Elisa, a la que recuerda en ese spacio natural en el que vivieron tan buenos momentos y que ya ahora, sin ella, no es tan idílico.
La métrica empleada es la estancia (combinación libre de veros endecasílabos y heptasílabos con rima consonante)
Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes al altura
el sol, cuando Salicio, recostado
al pie de un alta haya en la verdura,
por donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado,
él, con canto acordado
al rumor que sonaba,
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía;
y así, como presente,
razonando con ella, le decía:
Salicio:
¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que s’inclinan;
las aves que m’escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen
y mi morir cantando m’adevinan;
las fieras que reclinan
su cuerpo fatigado
dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste:
tú sola contra mí t’endureciste,
los ojos aun siquiera no volviendo
a los que tú hiciste
salir, sin duelo, lágrimas corriendo.
Aquí dio fin a su cantar Salicio,
y sospirando en el postrero acento,
soltó de llanto una profunda vena;
queriendo el monte al grave sentimiento
d’aquel dolor en algo ser propicio,
con la pesada voz retumba y suena;
la blanda Filomena,
casi como dolida
y a compasión movida,
dulcemente responde al son lloroso.
Lo que cantó tras esto Nemoroso,
Lo que cantó tras esto Nemoroso,
decildo vos, Pïérides, que tanto
no puedo yo ni oso,
que siento enflaquecer mi débil canto.
NEMOROSO
Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas d’alegría;
y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso en el reposo,
estuve ya contento y descansado.
¡ Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora,
que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
¡Oh miserable hado!
¡Oh tela delicada,
antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
que’s más que’l hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.
¿Dó están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí, como colgada,
mi alma, doquier que ellos se volvían?
¿Dó está la blanca mano delicada,
llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos l’ofrecían?
Los cabellos que vían
con gran desprecio al oro
como a menor tesoro
¿adónde están, adónde el blanco pecho?
¿Dó la columna que’l dorado techo
con proporción graciosa sostenía?
Aquesto todo agora ya s’encierra,
por desventura mía,
en la escura, desierta y dura tierra.
Después que nos dejaste, nunca pace
en hartura el ganado ya, ni acude
el campo al labrador con mano llena;
no hay bien que’n mal no se convierta y mude.
La mala hierba al trigo ahoga, y nace
en lugar suyo la infelice avena;
la tierra, que de buena
gana nos producía
flores con que solía
quitar en solo vellas mil enojos,
produce agora en cambio estos abrojos,
ya de rigor d’espinas intratable.
Yo hago con mis ojos
crecer, lloviendo, el fruto miserable.
La égloga III, escrita en octavas reales (versos endecasílabos con rima consonante: ABABABCC) combina las características más importantes de la lírica renacentista: empleo de os metros italianos, utilización de la mitología clásica, combinacion del sentimiento del poeta con la naturaleza descrita, etc.
La composición comienza con una introducción de Garcilaso tras la cual presenta a cuatro ninfas (Filódoce, Dinámene, Climene y Nise) que tejen en el río Tajo unos tapices con algunas de las historias de amor de final trágico de la mitología clásica: Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, Venus y Adonis, demás de una historia ya conocida por todos, las de Nemoroso y Elisa, que habrían escuchado cantar.
Tras esto, aparecen dos pastores, a los que las ninfas oyen, Tirreno y Alcino, que dialogan mientras pastan su ovejas sobre sus amores felices, mientras los acompaña la descripción de un locus amoenus.
Cerca del Tajo en soledad amena
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.
Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo.
Secaba entonces el terreno aliento
el sol subido en la mitad del cielo.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo.
Secaba entonces el terreno aliento
el sol subido en la mitad del cielo.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
Dinámene no menos artificio
mostraba en la labor que había tejido,
pintando a Apolo en el robusto oficio
de la silvestre caza embebecido.
Mudar luego le hace el ejercicio
la vengativa mano de Cupido.
que hizo a Apolo consumirse en lloro
después que le enclavó con punta de oro.
Dafne con el cabello suelto al viento,
sin perdonar al blanco pie corria
por áspero camino, tan sin tiento
que Apolo en la pintura parecía
que, porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la seguía.
El va siguiendo, y ella huye
como quien siente al pecho el odioso plomo.
Mas a la fin los brazos le crecían,
y en sendos ramos vueltos se mostraban.
Y los cabellos. que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban;
llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.
TIRRENO
Flérida, para mi dulce y sabrosa
más que la fruta del cercado ajeno,
más blanca que la leche, y más hermosa
que el prado por abril de flores lleno:
si tú respondes pura y amorosa
al verdadero amor de tu Tirreno,
a mi majada arribarás primero
que el cielo nos muestre su lucero.
ALCINO
Hermosa Filis, siempre yo te sea
amargo al gusto más que la retama,
y de ti despojado yo me vea,
cual queda el tronco de su verde rama,
si más que yo el murciélago desea
la oscuridad, ni más la luz desama,
por ver ya el fin de un término tamaño
de este día; para mí mayor que un año.
Esto cantó Tirreno, y esto Alcino
le respondió; y habiendo ya acabado
el dulce son, siguieron su camino
con paso un poco más apresurado.
Siendo a las ninfas ya el rumor vecino,
juntas se arrojan por el agua a nado;
y de la blanca espuma que movieron,
las cristalinas ondas se cubrieron.
mostraba en la labor que había tejido,
pintando a Apolo en el robusto oficio
de la silvestre caza embebecido.
Mudar luego le hace el ejercicio
la vengativa mano de Cupido.
que hizo a Apolo consumirse en lloro
después que le enclavó con punta de oro.
Dafne con el cabello suelto al viento,
sin perdonar al blanco pie corria
por áspero camino, tan sin tiento
que Apolo en la pintura parecía
que, porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la seguía.
El va siguiendo, y ella huye
como quien siente al pecho el odioso plomo.
Mas a la fin los brazos le crecían,
y en sendos ramos vueltos se mostraban.
Y los cabellos. que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban;
llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.
TIRRENO
Flérida, para mi dulce y sabrosa
más que la fruta del cercado ajeno,
más blanca que la leche, y más hermosa
que el prado por abril de flores lleno:
si tú respondes pura y amorosa
al verdadero amor de tu Tirreno,
a mi majada arribarás primero
que el cielo nos muestre su lucero.
ALCINO
Hermosa Filis, siempre yo te sea
amargo al gusto más que la retama,
y de ti despojado yo me vea,
cual queda el tronco de su verde rama,
si más que yo el murciélago desea
la oscuridad, ni más la luz desama,
por ver ya el fin de un término tamaño
de este día; para mí mayor que un año.
Esto cantó Tirreno, y esto Alcino
le respondió; y habiendo ya acabado
el dulce son, siguieron su camino
con paso un poco más apresurado.
Siendo a las ninfas ya el rumor vecino,
juntas se arrojan por el agua a nado;
y de la blanca espuma que movieron,
las cristalinas ondas se cubrieron.
lunes, 21 de febrero de 2011
Lírica renacentista. Garcilaso de la Vega
Aquí tenéis algunos de los sonetos de Garcilaso de la vega más conocidos:
Para continuar con el tema de la mirada como origen del sentimiento amoroso, tan propio de los escritores italianos del prerrenacimiento, podemos leer el SONETO VII. Aqui se plasma la teoría de que a través de la mirada nace el amor, gracias a unos "espirtus vivos" que salen de los ojos de la mujer y llegan al cuerpo del poeta, encendiéndolo:
El SONETO V es una hermosa declaración de amor nacida de un momento de contemplación de la amada, que ha quedado para siempre grabada en su alma:
Escrito’stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Para continuar con el tema de la mirada como origen del sentimiento amoroso, tan propio de los escritores italianos del prerrenacimiento, podemos leer el SONETO VII. Aqui se plasma la teoría de que a través de la mirada nace el amor, gracias a unos "espirtus vivos" que salen de los ojos de la mujer y llegan al cuerpo del poeta, encendiéndolo:
De aquella vista pura y excelente
salen espirtus vivos y encendidos,
y siendo por mis ojos recebidos,
me pasan hasta donde el mal se siente;
éntranse en el camino fácilmente
por do los mios, de tal calor movidos,
salen fuera de mí como perdidos,
llamados d’aquel bien que ’stá presente.
Ausente, en la memoria la imagino;
mis espirtus, pensando que la vían,
se mueven y se encienden sin medida;
mas no hallando fácil el camino,
que los suyos entrando derretían,
revientan por salir do no hay salida.
salen espirtus vivos y encendidos,
y siendo por mis ojos recebidos,
me pasan hasta donde el mal se siente;
éntranse en el camino fácilmente
por do los mios, de tal calor movidos,
salen fuera de mí como perdidos,
llamados d’aquel bien que ’stá presente.
Ausente, en la memoria la imagino;
mis espirtus, pensando que la vían,
se mueven y se encienden sin medida;
mas no hallando fácil el camino,
que los suyos entrando derretían,
revientan por salir do no hay salida.
![]() |
Apolo y Dafne, por Gian Lorenzo Bernini (1621-1624) |
Por último, para recorgar el tema de la mitología, vamos a leer el soneto XIII en el que aparece la historia de Apolo y Dafne. Búscala para poder entender el poema.
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían 5
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía 10
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían 5
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía 10
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Lírica culta: Jorge Manrique
Jorge Manrique es un poeta ya prerrenacentista que escribió poesía cancioneril, pero sobre todo, destacó por las Coplas que escribió tras la muerte de su padre, Don Rodrigo Manrique. Son 40 coplas de pie quebrado (8a8b4c8a8b4c) que sigue una estructura:
- Meditación sobre la brevedad de la vida, el paso del tiempo y la muerte,
- Reflexión sobre qué ha sido de las figuras desaparecidas de su pasado inmediato, como Juan II, Enrique IV o Álvaro de Luna,
- Repaso de las virtudes morales del maestre y su diálogo final con la Muerte.
El resto de la obra de Jorge Manrique
Otra página muy interesante sobre el autor y su obra es esta, donde se recoge una interesante revisiónde la obra por parte del poeta granadino Luis García Montero, Coplas por la muerte de su colega.sigue la senda típica de la poesía culta castellana del s. XV.
- Meditación sobre la brevedad de la vida, el paso del tiempo y la muerte,
- Reflexión sobre qué ha sido de las figuras desaparecidas de su pasado inmediato, como Juan II, Enrique IV o Álvaro de Luna,
- Repaso de las virtudes morales del maestre y su diálogo final con la Muerte.
El resto de la obra de Jorge Manrique
Otra página muy interesante sobre el autor y su obra es esta, donde se recoge una interesante revisiónde la obra por parte del poeta granadino Luis García Montero, Coplas por la muerte de su colega.sigue la senda típica de la poesía culta castellana del s. XV.
I
Recuerde
el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
II
Pues
si vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.
cómo en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.
III
Nuestras
vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
V
Este
mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos
cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
e llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos,
descansamos.
andamos mientras vivimos,
e llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos,
descansamos.
VIII
Ved
de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.
IX
Dezidme:
La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.
XVI
¿Qué
se hizo el rey don Joan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invención
como trajeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e quimeras?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invención
como trajeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e quimeras?
XVII
¿Qué
se hicieron las damas,
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
XXIII
Tantos
duques excelentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.
XXV
Aquel
de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hacer caros,
pues qu'el mundo todo sabe
cuáles fueron.
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hacer caros,
pues qu'el mundo todo sabe
cuáles fueron.
XXVI
Amigo
de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforzados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforzados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!
XXXIV
(Habla
la Muerte)
Diciendo:
"Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
e su halago;
vuestro corazón de acero
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
e pues de vida e salud
hiciste tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que vos llama."
dejad el mundo engañoso
e su halago;
vuestro corazón de acero
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
e pues de vida e salud
hiciste tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que vos llama."
XXXV
"Non
se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
perecedera."
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
perecedera."
XXXVIII
"Non
tengamos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."
miércoles, 16 de febrero de 2011
Cantigas de amigo y villancicos
Escritas en gallego-portugués, las cantigas de amigo son composiciones de tipo tradicional de temática amorosa que, igual que las jarchas, están puestas en boca de una mujer y se transmitieron de forma oral, gracias a los juglres, entre los que destaca en ámbito gallego, Martín Codax.
Aquí tenéis el vídeo de una de als cantigas más conocidas: "Ondas do Mar de Vigo".
Los villancicos castellano son también composiciones de tipo popular en principio (aunque más tarde serán compuestos expresamente por autores cultos) de temática variada: canciones masculinas o femeninas, temas eróticos, de caza, de belleza femenina, niñas enamoradas, tormentos amorosos, citas, alba, ausencia, mujeres morenas, monjas, fiestas, malmaridadas, amor de fraile o las serranillas.
Estructuralmente, podríamos decir, sus partes suelen ser las siguientes: una primera parte que es el tema o estribillo del villancico, que se sitúa al principio llamándose cabeza, que suele ser una redondilla; una segunda parte o mudanza que suele ser también una redondilla; una tercera parte que se compone de versos de enlace y de vuelta, generalmente compuesta por cuatro versos, algunos de los cuales riman con la mudanza, y otros quedan sueltos o riman entre ello, quedando el último como vuelta al estribillo, que se repite al final.
Existen dos tipos de villancicos castellanos principales. El villancico zejelesco (Cabeza-Mudanza- Verso de enlace- Verso de vuelta - Estribillo) y el villancico paralelístico (Cabeza-Díptico- Díptico- Díptico)
Aquí podemos ver otra interpretación musical, de mano de un grupo noruego llamado kalenda Mayade, de un villancico castellano que nos permite ambientarnos en este contexto:
Atribuido a Mateo Flecha el viejo
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
El lobo rabioso
La quiso morder,
Mas Dios poderoso
La supo defender,
Quizole hazer que
No pudiesse pecar, (sic)
Ni aun original
Esta virgen no tuviera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Este qu'es nasçido
Es el gran monarcha,
Christo patriarcha
De carne vestido.
Hanos redimido
Con se hazer chiquito,
Aunque era infinito,
Finito se hiziera.
Riu, riu, chiu.
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Este viene a dar
A los muertos vida,
Y viene a reparar
De todos la cayda;
Es la luz del dia
Aqueste moçuelo,
Este es el cordero
Que San Juan dixera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Muchas profecias
Lo han profetizado,
Y aun en nuestros dias,
Lo hemos alcançado,
A Dios humanado
Vemos en el suelo,
Y al hombre en el cielo
Porque el lo quisiera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Mira bien que os cuadre
Que ansina lo oyera,
Que Dios no pudiera
Hazerla mas que madre;
El qu'era su Padre,
Oy d'ella nasçio,
Y el que la crio,
Su hijo se dixera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera
Yo vi mil garçones
Que andavan cantando.
Por aqui bolando
Haziendo mil sones,
Diziendo a gascones,
Gloria sea en el cielo,
Y paz en el suelo
Pues Jesús nasçiera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Pues que ya tenemos
Lo que desseamos, T
odos juntos vamos
Presentes llevemos;
Todos le daremos
Nuestra voluntad,
Pues a se igualar
Con nosotros viniera (sic)
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
El lobo rabioso
La quiso morder,
Mas Dios poderoso
La supo defender,
Quizole hazer que
No pudiesse pecar, (sic)
Ni aun original
Esta virgen no tuviera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Este qu'es nasçido
Es el gran monarcha,
Christo patriarcha
De carne vestido.
Hanos redimido
Con se hazer chiquito,
Aunque era infinito,
Finito se hiziera.
Riu, riu, chiu.
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Este viene a dar
A los muertos vida,
Y viene a reparar
De todos la cayda;
Es la luz del dia
Aqueste moçuelo,
Este es el cordero
Que San Juan dixera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Muchas profecias
Lo han profetizado,
Y aun en nuestros dias,
Lo hemos alcançado,
A Dios humanado
Vemos en el suelo,
Y al hombre en el cielo
Porque el lo quisiera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Mira bien que os cuadre
Que ansina lo oyera,
Que Dios no pudiera
Hazerla mas que madre;
El qu'era su Padre,
Oy d'ella nasçio,
Y el que la crio,
Su hijo se dixera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera
Yo vi mil garçones
Que andavan cantando.
Por aqui bolando
Haziendo mil sones,
Diziendo a gascones,
Gloria sea en el cielo,
Y paz en el suelo
Pues Jesús nasçiera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
Pues que ya tenemos
Lo que desseamos, T
odos juntos vamos
Presentes llevemos;
Todos le daremos
Nuestra voluntad,
Pues a se igualar
Con nosotros viniera (sic)
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guarde el lobo
De nuestra cordera.
martes, 15 de febrero de 2011
Lírica medieval


LÍRICA POPULAR
LÍRICA CULTA
Suscribirse a:
Entradas (Atom)